16 diciembre 2011

Viernes


Me propongo escribir un poema, pero me salen hormigas. Quisiera que fuera espuma como en Vallejo, pero no. Eielson me acompaña ahora. He leído algunos versos y lo he mirado fijamente en la pantalla, con sus arrugas y esos ojos viejos,  he tratado de imaginar qué cosa escribiría él si estuviera ahora en mi lugar.
-Las hormigas también son poetas, las hormigas también escriben, escribe y no le jodas más a la melancolía. Escribe y deja de mirarme muchacha.
-No, no quiero. Necesito admirarte. Soy feliz mientras te leo, mientras todos se ocupan de sus cosas y yo estoy aquí contigo, hablando con un muerto, con un muerto que amo. Amo a los muertos, no quiero irme, no quiero dejar de leerte, necesito un poema y seré feliz. Necesito leerte para ser feliz y creo que  es contradictorio esto último, porque los poemas te hacen triste. Pero ya no puedo  huir de ellos, es adictivo. Cualquier verso es dulce, cualquier verso duele, cualquier dolor es verso, el dolor es verso si lo escribes. Amo el verso. El mortífero y doloroso verso.
Me voy a estudiar.

Lo que quiero decir
Es que no tengo nada que decir
Que todo lo que digo
Lo digo solamente
Solamente lo digo
Sin decir nada
Que mis palabras son fragmentos
Balbuceos de una frase oscura
Migajas de una vieja historia (...)
J.E. Eielson.

2 comentarios:

  1. Creo que no me coagula el verso...
    Olvidarse de los versos dolorosos, solo por un día, querida locadelosmuertos ;)

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