29 mayo 2011

GLHK 012536

Los salvajes educadores ya me hicieron una tumba, quieren enterrarme viva, ellos dicen que todo será por la ciencia, la catalepsia, quieren estudiarla y yo soy el instrumento del saber.
Me matan todos los dias con sus textos bestiales, ininteligibles, de otros mundos y no contentos con esto me quieren desaparecer de su mapa oscuro porque temen que yo descubra dónde está su tesoro: el misterio de la vida,el que hace algún tiempo me propuse descubrir.
Hay un vampiro en mi salón de clases, es un egocéntrico tipejo, un altanero, machista, despectivo y altivo ser que a pesar de lo defectuoso que puede parecer por el solo hecho de oír los adjetivos anteriores, es a veces considerado por el auditorio, un genio.
El otro día leí un fragmento-en clase- de El Príncipe y no entendí nada, en absoluto.Pero de pronto el endiablado ser se presentó en el auditorio , como de costumbre tarareó un poco y su cara de momia, tuberculosa, huesuda, bella,  se desnudó para el público presente que absorto adulaba al vejestorio, sin decirlo ni mostrar ni una mínima señal de gozo, es mejor así, que no crea que lo amamos; abrió la boca solo para deslumbrarnos más y más- oh cielos, qué placer causa oírlo-y todo, poco a poco, se aclaró completamente, todo...,este hombre es un genio, bastó que él lea, con su melódica, masculina y vieja voz, aquellos textos se destruyeron, Maquiavelo no pudo haber sido más genio, lo creó para un reducido grupo de pensantes, con cerebros explotando en letras y más letras,pero hasta un analfabeto que nunca antes cogió un libro, ni siqueira de un simple cuento, pudo haber entendido todo entonces. Ese libro puede llegar a ser tu  trauma de por vida si lo lees solo...

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